La tórrida relación entre el presidente de la UFC y el casino Palms

La por todos conocida división de artes marciales mixtas UFC tiene, como otras promociones de deportes de contacto, una historia íntímamente conectada con la industria del juego.

Las necesidades de las promociones, como un pabellón acondicionado y un robusto sistema de apuestas, son el pan y la sal de los casinos, especialmente los de Las Vegas. En el caso de la UFC, se une una tercera pata. Los dueños que sacaron adelante la empresa llevan el apellido de una de las familias más prominentes del juego en los Estados Unidos.

El Ultimate Fighting Championship fue una idea que maduró a principios de los años 90. En síntesis, estableció combates entre practicantes de distintas modalidades de deportes de lucha, con la premisa de llegar a encontrar el arte marcial más efectivo.

Al principio, los combates eran estipulados entre competidores con técnicas muy identificables como sumo, jiu-jitsu, taekwondo o boxeo. Los peleadores más avispados no tardaron en adoptar técnicas específicas para contrarrestar los peligros más evidentes de otras modalidades o para usar en su favor las más eficaces de cada arte marcial. Poco a poco, en el seno de la UFC se fue desarrollando un estilo propio que se bautizó como artes marciales mixtas.

En 2001, la UFC era un deporte que había adquirido una entidad propia y que había establecido un negocio modesto, pero sin las ínfulas de llegar a ser el entretenimiento de masas que es hoy en día.

Dana White era un modesto empresario de Connecticut que gestionaba clases de aerobic en varios gimnasios de Las Vegas, aunque su pasión era ser promotor de deportes de contacto. El boxeo había llenado el hueco que le dejó el abandono de la Universidad y ya entonces alternaba la práctica con la organización de programas de boxeo para jóvenes.

En el corazón del desierto se había acabado involucrando en las artes marciales mixtas porque actuaba como manager de futuras leyendas del octógono como Chuck Liddell o Tito Ortiz. Su posición le permitió escuchar de boca del propio dueño de la UFC que los problemas de financiación le obligaban a buscar comprador, para evitar el peligro de cese del negocio.

White tenía un as en la manga, una amistad que databa de los tiempos del instituto con la segunda generación de los Fertitta, millonarios dirigentes de los casinos Station, por entonces la quinta compañía en valoración en la industria del juego.

Convenció a sus amigos para crear Zuffa (pelea, en italiano), consorcio que se convirtió en el nuevo propietario de la UFC por dos millones de dólares. White fue nombrado presidente de la promoción, ademas de recibir un pequeño porcentaje de acciones de la empresa.

La operación fue etiquetada como un grave error, un simple capricho de unos millonarios aficionados a los gimnasios y al boxeo. Cuando se produjo un nuevo traspaso, en 2016, la UFC fue valorada en 4.000 millones de dólares.

La relación entre la UFC y el Palms empezó una vez la UFC, tras años de trabajo, empezó a remontar el vuelo. El desarrollo temático más exitoso de la UFC, el reality show para televisión basado en el campeonato de adquisición de nuevos talentos The Ultimate Fighter, llegó a ser el espectáculo más esperado del año en el teatro Pearl del casino de Las Vegas, que lo empezó a organizar a partir de su quinta edición, en 2007.

Esta sociedad iba a acabar por sufrir al ritmo de los desencuentros entre los gerentes de las mesas y el presidente de la promoción. Lo que se terminó interponiendo entre ellos fue el exacerbado gusto de Dana White por las mesas de blackjack.

White es lo que los casinos denominan un high roller. Un jugador de niveles altos, que en el caso de White eran apuestas que subían hasta los 25.000$ por cada tirada de cartas.

White no era de los jugadores que más gustan en el Strip. Tenía fama de ser averso a perder dinero, y si la sesión empezaba con fuertes ganancias, no le costaba levantarse y hacer caja sin dar oportunidad a la casa a enjugar sus pérdidas. Como le explicó al LV Review Journal en 2009, “el dinero no importa, yo solo busco ganar, ¿Necesito jugar a las cartas? Yo no juego para ganar dinero. Es una obsesión rara que tengo en la cabeza; juego para disfrutar la victoria”.

En invierno de 2012, las sesiones ganadoras de Dana White en el Palms estaban siendo una constante demasiado molesta para el casino. El presidente de la UFC, como otros VIPS, tenía una línea de crédito con el Palms. Eso significa que a la hora de realizar un depósito, sus cheques no necesitan ser contrastados antes de hacer efectivos en fichas, o que la casa incluso le puede adelant fichas hasta un generoso límite.

En medio de una racha de apuestas muy altas y en la propia mesa, el Palms informó a Dana White de que su línea de crédito se había recortado a la mitad y que también se habían achicado los límites de apuesta de la mesa. White se tomó esta falta de etiqueta como un insulto personal y la UFC dejó de programar veladas en el Palms.

Este primer divorcio quedó resuelto en 2014 cuando la antigua gerencia del casino, encabezada por Dan Lee, le ofreció a White un presente de reconciliación con motivo de su reemplazo al frente de la sala de juego del casino, una botella de su vino favorito valorada en mas de 5.000$.

White volvió a jugar en el Palms, solo que su motivación y su estilo de juego no habían cambiado un ápice. Además, su suerte en las mesas había levantado rumores de que el presidente de la UFC era un contador de cartas, por estúpida que parezca la idea de que un multimillonario dedique un tiempo inexistente en su agenda en depurar una técnica para hacer trampas en los casinos.

El regreso del high roller a las mesas se tradujo en un nuevo agujero de 2.000.000$ en la cuenta de resultados de las mesas de blackjack del casino, y el Palms le volvió a cortar las alas. No más apuestas de 25.000$, solo le acepatrían tiradas de 5.000$, a lo sumo.

Esta vez, al menos, mantuvieron unas formas adecuadas, y hasta hicieron una costosa broma entregando un cinturón dorado de “Campeón Absoluto de Blackjack” a White, que lo llevó al hombro en su despedida del casino.

Las peleas más o menos amistosas entre la UFC y el Palms terminaron definitivamente en 2016. Se produjo un inesperado traspaso de poderes. Zuffa vendió la promoción por una millonada, a la vez que los hermanos Fertitta y su compañía Station Casinos se hicieron con las riendas del Palms. White siguió al frente de la UFC, ahora como directivo a sueldo, y, por supuesto, el teatro Pearl del Palms ha vuelto a organizar veladas debido a las inmejorables relaciones entre la gerencia de las dos entidades.

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